No hemos terminado de ayudar
- 19 jul 2019
- 2 Min. de lectura
Por Erika Contreras Licea.

¿Te has despertado alguna vez agradecido por que tienes una casa en la que puedes descansar, guardar tus cosas y proteger a tu familia? Se siente bien, ¿no? Ahora imagina que en un solo día perdieras ese hogar: Se caen las paredes, se derrumba el techo, se pierden tus cosas. Suena horrible, ¿verdad? Pues eso es lo que pasó en San Lucas Colucan (y en muchas otras comunidades en México) el 19 de septiembre de 2017.
Mi casa no sufrió ningún daño. Ninguno. Algo para agradecer pues vivo en un barrio de la Ciudad de México al que le fue muy mal. Pasado el susto y después de comprobar que, efectivamente, todo estaba bien salí con mi esposo a ver cómo y en dónde ayudar. Los primeros días fueron frenéticos, las calles estaban llenas de gente que quería ayudar de algún modo -con tiempo, esfuerzo, recursos, energía, empatía, amor- a quienes no habían tenido tanta suerte, a seres humanos anónimos que estaban pasando por la pesadilla que narré al principio. Un caos de solidaridad y vocación de servicio caracterizó esas primeras semanas, incluso meses.
Justo entonces, durante esa vorágine de emociones, nació de Mano a Mano. Un grupo de amigos encontraron en San Lucas Colucán el destino perfecto para sus ganas de ayudar. Esas ganas de aportar se convirtieron en un compromiso sólido que cristalizó en una asociación en forma, una asociación que me permitió seguir siendo consciente de que, aunque mi día a día volvió pronto a la normalidad, la devastación y desesperación que siguieron al terremoto del 19S siguió siendo una realidad para muchos.
Visité el pueblo y vi la tristeza y frustración de muchas familias que habían perdido lo poco que tenían pero que no estaban listos para rendirse. Me sumé a ellos acarreando cubetas de piedra, cemento y agua para echar firmes. Ayudé a limpiar terrenos; vi a los niños organizarse en brigadas de limpieza comprometidos a vivir incluso en mejores condiciones que las que tenían antes del sismo. Vi a las mujeres organizarse para preparar comidas para los voluntarios, a los voluntarios sudar bajo un calor tremendo mantendiendo el espíritu de solidaridad de los primeros días. Vi a los hombres terminar sus cimientos e irse a trabajar en los cimientos de las casas de familias con las que nunca habían tenido una relación.
De Mano a Mano es más que una organización que construye casas para ayudar a quienes han perdido mucho, si no es que todo. Es un vehículo para mantener los pies en la tierra y recordar que, aunque nuestras vidas estén llenas de razones para agradecer, hay quienes siguen padeciendo las adversidades de la fortuna.
Si en estos días te despiertas en tu casa y te das cuenta que tienes mucho que agradecer, ¡súmate al esfuerzo que hace De Mano a Mano y ayúdanos a lograr que cada vez sean más las familias que, por la mañana, pueden agradecer también a la vida por sus bendiciones!
Commenti